Debo admitir que no quería pasase tanto tiempo desde el post de enero para escribir el segundo durante el 2022. Ha sido un año bastante movido y definitivamente el blog pasó a segundo plano. Pero ya tocaba escribir, especialmente con todo lo que anda ocurriendo. So, aquí les dejo mis 2 cents al respecto. Aclaro que estos no representan necesariamente la posición de ninguna organización, asociación, empresa, ni entidad similar con la que guarde cualquier tipo de relación – es decir, son mis opiniones personales.
Decir que el país está al borde del precipicio y viendo hacia el abismo – y no hacia la salvación – suena ya redundante. Creo todos estamos anuentes al estallido social que ha habido, así como a los diversos sucesos que han terminado de causar asco, hastio, y desesperanza (en el sistema) en la población. El sentir que ha llevado a las protestas lo compartimos todos, ya que no es solo un tema del costo del combustible, del precio de la comida y/o medicamentos, de la paupérrima calidad de la educación y salud pública; no, esto va mucho más allá que solo eso. Esto es un problema de falta de credibilidad y confianza en el gobierno, en el estado, y en nuestro sistema democrático y republicano (o lo poco que queda de este último). Nuestro momento “María Antonieta” fue lo sucedido luego de la instauración del nuevo período legislativo de la Asamblea Nacional con algunos diputados y su fiesta con whisky. Luego vivimos una impresionante falta de sentido común por parte del ministro del Miviot, al decir que no se viera la planilla estatal como un pecado; literalmente todos en el país, y en especial los que estaban protestando y enviando comunicados con las razones de las protestas, hemos pedido que se revise y reduzca la planilla gubernamental. Tal desconecte entre el gobierno y las personas es parte importante de la falta de credibilidad y confianza que mencioné más arriba. El hecho de que el presidente solo se haya pronunciado una sola vez, para anunciar ciertas medidas económicas (las cuales son paleativos temporales, y bastante malos, de hecho), le ha jugado en contra de una manera fuerte y ha exacerbado el sentir de la población en general.
Ahora, ya sabiendo esto, ¿qué nos toca hacer para salir como país de esta situación?
Hagamos un pequeño acto de reflexión y démonos cuenta que, one way or another, todos hemos sido parte del problema. Desde el gobierno, pasando por la sociedad civil organizada, hasta cada uno de nosotros. Cada acto que hacemos se va sumando a otro sinnúmero de acciones, que repercuten sobre lo que sucede en el país. Y por ello, todos tenemos que proponer soluciones, desde el alcance que podamos tener, por muy pequeñas que se puedan ver.
Como ejemplo de una medida puntual, hace días desde el sector privado pudimos haber enviado a todo el personal a trabajar desde casa (siempre y cuando sus funciones puedan ser realizadas desde la misma). El solo hecho de anunciarlo como medida, días atrás, pudo denotar un compromiso de nuestra parte de manera grupal; sí, algunas empresas han enviado a sus trabajadores a casa, lo cual es positivo, pero el hecho es enviar un mensaje y pronunciarse con medidas puntuales. Más allá de enviar comunicados enérgicos, con exigencias al gobierno a actuar, lo cual está muy bien, debemos ser aún más propositivos de lo usual, en conjunto, en pro de la sociedad, especialmente en momentos como los que vivimos, donde se requiere de un liderazgo real y efectivo por la acefalía que ha demostrado el gobierno.
La sociedad civil organizada (i.e. fundaciones, clubes cívicos, asociaciones), tiene un rol fundamental que cumplir para que se logre salir de la crisis – tal vez sea hasta el más importante de todos - y es reestablecer la importancia de los valores cívicos, morales, y éticos como centro del comportamiento de las personas y del gobierno. ¿Dónde han quedado las campañas anti-corrupción en las televisoras y escuelas (tanto públicas como privadas)? ¿Qué ha pasado con la promoción de la responsabilidad individual, el respeto, y la cortesía? Hemos dejado todo esto a un lado, y por esto hemos llegado a donde estamos. Hay que sí o sí comprometernos a retomar estas prácticas, y muchas otras similares, en casa, en las comunidades, y en las escuelas, para enderezar nuestro rumbo. Y no es simplemente firmar un convenio entre fundaciones y escuelas y tomarse una foto. No, tenemos que estar vigilantes de que lo establecido en los compromisos se cumplan. Y, para ello, cada uno de nosotros se tiene que involucrar. Tenemos que participar en la reconstrucción de nuestra democracia y república. Se que lo he dicho antes, pero lo volveré a repetir:
La democracia no es solamente ir a votar cada 5 años. La democracia es ir a votar, estar encima de lo que hacen las personas electas para que cumplan sus compromisos, trabajar en el mejoramiento de nuestras comunidades en lo que te apasione, sea como parte de una ONG o de manera individual, es comportarse de manera honesta y reprochar el mal comportamiento de los demás (especialmente de aquellos en posiciones de poder y liderazgo); en fin, es toda aquella acción que nos permita realmente vivir en sociedad, defendiendo las instituciones, y cumpliendo – y haciendo cumplir – las leyes que no infrinjan en nuestra libertad y la de los demás. Todo esto lo hemos perdido y ha causado lo que tenemos en estos momentos. Si de verdad nos queremos a nosotros mismos, si de verdad quieres dejarle un mejor país a las futuras generaciones, y no las cenizas que parecen heredarán en estos momentos, tu momento de actuar es ahora.
Muy bueno. El silencio y la apatía son los cómplices perfectos de lo que vivimos y por lo que pasamos. La responsabilidad no es sólo de los últimos actores que están en la palestra política, que también. Es de los anteriores y de todos nosotros, desde hace muchos años, como consecuencia de lo que nos caracteriza como sociedad. Cada feudo, sea gremial, sindical, del funcionariado o político, cada uno en su mundo. Se impone el qué hay paˋmi aquí y ahora; y el no me meto contigo, tú no te metas conmigo.
Al final de eso se trata, cada quien aportar su granito de arena para mejorar la situación.